En el mundo de la planificación patrimonial, los fideicomisos AB han sido durante mucho tiempo una herramienta popular para las parejas casadas que buscan minimizar los impuestos sobre el patrimonio. Sin embargo, los recientes cambios en las leyes tributarias han provocado un cambio significativo en su relevancia y efectividad, dejando a muchas parejas preguntándose si los fideicomisos AB todavía tienen valor en sus planes patrimoniales.
Comprensión de los fideicomisos AB: un enfoque tradicional para la reducción del impuesto al patrimonio
Los fideicomisos A-B fueron diseñados principalmente para reducir los impuestos sobre el patrimonio de las parejas casadas. Tras el fallecimiento de uno de los cónyuges, los bienes de la pareja se dividen en dos fideicomisos separados: el Fideicomiso A y el Fideicomiso B. El Fideicomiso A, comúnmente conocido como fideicomiso del sobreviviente, posee los activos del cónyuge sobreviviente, mientras que el Fideicomiso B, comúnmente conocido como el fideicomiso del sobreviviente. o fideicomiso del difunto, posee los bienes del cónyuge fallecido. El Fideicomiso A es revocable y modificable durante la vida del cónyuge sobreviviente, mientras que el Fideicomiso B es irrevocable. El cónyuge supérstite normalmente recibe ingresos de los activos del Fideicomiso B y puede acceder al capital del Fideicomiso B en determinadas circunstancias para su manutención y cuidado.
El principal beneficio de esta estructura radica en su capacidad para duplicar efectivamente la exención del impuesto sobre el patrimonio para las parejas casadas. Según la ley federal del impuesto sobre el patrimonio, cada individuo tiene una exención de por vida, lo que significa que una pareja casada puede duplicar su exención utilizando fideicomisos A-B.
El panorama fiscal cambiante: implicaciones para los fideicomisos AB
La Ley de Ayuda al Contribuyente Estadounidense de 2012 (ATRA) implementó cambios sustanciales en el Código Tributario con respecto a los impuestos sobre el patrimonio. Principalmente, la ATRA hizo permanente la “portabilidad” de la exención del impuesto sobre el patrimonio no utilizada del cónyuge fallecido si se realiza en una elección oportuna después de la muerte del primer cónyuge que fallece. Básicamente, esto permitía al cónyuge supérstite utilizar la cantidad exenta no utilizada del cónyuge fallecido para fines del impuesto sobre sucesiones y donaciones.
Unos años más tarde, a finales de 2017, el Congreso aprobó la Impuestos Ley de Recortes y Empleos (TCJA), que introdujo cambios significativos en las leyes federales de impuestos sobre la renta y el patrimonio. En particular, la TCJA esencialmente duplicó la exención vitalicia del impuesto sobre el patrimonio, que en 2024 es 13.61 millones de dólares, el límite actualmente estimado es de $12.92 millones por individuo y $27.22 millones por pareja casada. Como tal, las parejas casadas pueden, en 2024, transferir hasta 27.22 millones de dólares en activos a sus herederos durante su vida o en el momento de su muerte, libres de impuestos.
Este aumento sustancial en el umbral de exención ha hecho que los fideicomisos A-B sean menos efectivos y, por lo tanto, menos atractivos para muchas parejas casadas, ya que la razón más común para establecer un fideicomiso A-B fue el ahorro en impuestos sobre el patrimonio.
Fideicomisos AB: siguen siendo relevantes para escenarios específicos
A pesar del reducido atractivo de los fideicomisos A-B considerando los recientes cambios en las leyes tributarias, siguen siendo una valiosa herramienta de planificación patrimonial para ciertas parejas. Para aquellos con activos que exceden la exención del impuesto sobre el patrimonio vitalicio, los fideicomisos A-B aún pueden ofrecer importantes beneficios fiscales. Además, las parejas que buscan proteger sus activos de los acreedores pueden encontrar que los fideicomisos A-B son una solución eficaz.
Circunstancias específicas también pueden justificar el uso de fideicomisos A-B. Por ejemplo, si uno de los cónyuges posee activos sustanciales antes del matrimonio o tiene hijos de un matrimonio o relación anterior, un fideicomiso A-B puede garantizar que estos activos se transmitan a los hijos del matrimonio anterior en lugar de al nuevo cónyuge del cónyuge sobreviviente.
Adaptación a la nueva realidad fiscal: reevaluación y modificación de los fideicomisos A-B
Dado el panorama fiscal en evolución, es crucial que las parejas casadas revisen sus fideicomisos A-B existentes con una abogado con experiencia en planificación patrimonial. Esta evaluación determinará si el fideicomiso sigue siendo relevante para sus necesidades actuales o si son necesarias modificaciones.
En los casos en que el fideicomiso A-B todavía tiene un propósito, el abogado puede ayudar a realizar ajustes para minimizar su impacto fiscal. Por ejemplo, modificar los términos del fideicomiso puede permitirle al cónyuge sobreviviente un mayor acceso al capital durante su vida.
Conclusión: Los fideicomisos A-B en el panorama en evolución de la planificación patrimonial
Si bien los fideicomisos AB han sido tradicionalmente una herramienta popular de planificación patrimonial para las parejas casadas, los recientes cambios en la legislación tributaria han reducido su atractivo general. Sin embargo, los fideicomisos A-B siguen teniendo un valor significativo para escenarios específicos y pueden ofrecer beneficios fiscales y protección de activos para determinadas parejas.
Si tiene un fideicomiso A-B existente, es esencial consultar con un abogado de planificación patrimonial para evaluar su relevancia continua y realizar las modificaciones necesarias. Al evaluar proactivamente su fideicomiso A-B y considerar el panorama fiscal cambiante, puede asegurarse de que su plan patrimonial permanezca alineado con su situación financiera actual y sus objetivos a largo plazo.
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